AMANTES 2.
Otra vez juntos, otra noche de placer y deseo en sus brazos, con él. Le observo, desnudo frente a la ventana. Me encanta su culito redondito, y con sólo mirarlo me entran ganas de morderlo.
Hoy es nuestra última cita antes de empezar las vacaciones, lo que significa que estaremos varios días sin vernos, probablemente semanas. Por eso ambos hemos reservado este fin de semana para nosotros. No ha sido fácil pero lo hemos logrado.
A veces me sorprende el hecho de que él nunca me haga preguntas, nunca me pida nada, deja que sea yo la que decida, la que diga como y cuando vernos y disfrutar el uno del otro. Quizás por eso le quiero tanto, él me da la libertad que necesito. Él aguanta mis desvelos, mis dolores, mis penas. Él cura mis heridas de las envidias y celos de otros .Él me susurra al oído que soy su princesita. Él es mi sol, mi amigo, mi amante.
Me acerco sigilosa a él abandonando la cama. Poso mi barbilla sobre su hombro y aprieto su nalga desnuda con mi mano.
Buenos días, Princesa. – Y ese saludo me recuerda a mi película preferida: " La vida es bella", realmente es bella si él está ahí.
Buenos días, ¿qué haces?
Observar la ciudad. – Me responde.
Observo junto a él. El sol despunta por el horizonte y la ciudad empieza a despertarse. Todo se tiñe de naranja y froto mis senos desnudos contra su espalda y su brazo. Sé que me desea como yo a él. Su mano, que queda a la altura de mi sexo, juguetea con mi vello púbico. Y mi cuerpo se enciende y el fuego arde de nuevo dentro de mí, como anoche, como siempre que pienso en él.
Beso su hombro y luego él se gira hacía mí. Me estrecha entre sus brazos y mi cuerpo queda pegado al suyo, piel contra piel, sexo contra sexo y el deseo creciendo en medio. Sus labios se unen a los míos y un beso recorre nuestras bocas mientras la pasión crece a pasos agigantados. Sus dedos hurgan ahora más profundamente en mi sexo, buscan mi clítoris y empiezan a acariciarlo, mientras seguimos besándonos. Succiono su labio inferior y él pellizca mi pezón con una mano.
Cierro los ojos y siento que no hay nadie allá afuera, sólo estamos él y yo, y el fuego que arde dentro de nosotros. El mundo podría hundirse bajo mis pies y no me importaría porque él esta conmigo y yo estoy con él. Una de mis manos se desliza hasta su miembro erecto. Lo acaricio suavemente, pero enseguida debo abandonarlo, porque él se agacha. Besa mis senos, los chupetea y sigue hacía bajo por mi vientre hasta llegar a mi sexo. Abro las piernas y siento su dedos moviéndose diestramente, acariciando, y haciendo que la excitación suba y mi respiración se vuelva jadeante. Noto su lengua sobre mi clítoris moviéndose sinuosamente. Suspiro profundamente, mientras con mis manos empujo su cabeza hacía mi sexo. Su lengua baila de mi vagina a mi clítoris alternativamente y las piernas empiezan a flaquearme. Por eso, él se pone en pie y me lleva hasta la cama. Me siento en el borde y abro mis piernas, mientras él se arrodilla entre ellas. Hurga de nuevo entre mi pelo púbico, introduce un dedo en mi vagina y mi cuerpo se tensa. Luego acerca su boca a mi sexo y empieza a lamerlo. Gimo y me estremezco al sentir su boca y me acuesto sobre la cama, mientras él sigue lamiendo e introduciendo un par de dedos en mí de vez en cuando.
De repente siento como frota su sexo erecto contra el mío, lo guía hasta mi agujero vaginal y muy despacio me penetra. Me incorporo y lo abrazo con mis piernas y mis brazos, mientras siento como pega su cuerpo al mío. Empezamos a movernos ambos, acoplando nuestros cuerpos, sintiéndonos el uno al otro, el uno dentro del otro.
Siento su sexo entrando y saliendo de mí, gimo, y me convulsiono igual que él. Siento su respiración entrecortada en mi oído. Su abrazo cubriéndome por completo y el fuego del deseo creciendo entre ambos. Dos cuerpos pegados que nada ni nadie, ahora mismo, podrían separar. La carrera hacía el éxtasis se va alargando. Siento su verga hinchándose dentro de mí y vuelvo a acostarme sobre la cama. Estoy apunto de llegar a la cima y él lo sabe, por eso se detiene. Saca su sexo de mí. Y me hace poner boca abajo. Siento uno de sus dedos acariciando mi nalga y descendiendo hasta mi entrepierna, acaricia la humedad de mi sexo y luego se tiende sobre mí, siento su verga entre mis piernas y el glande chocando con mi vulva. Abro las piernas y espero para recibirle otra vez.
Dirige sabiamente su pene hacía mi vagina y vuelve a penetrarme. Yo me incorporo un poco apoyándome sobre los codos y él coloca sus manos sobre mis senos y empieza a acariciármelos a la vez que comienza a moverse suavemente. Poco a poco va acelerando el ritmo. Gimoteo cada vez más fuerte, me vuelve loca sentir sus huevos repicando contra mi clítoris y su respiración en mi oído a medida que él precipita sus movimientos.
De repente siento sus dientes mordiendo mi cuello y su lengua acariciándolo suavemente, justo debajo de mi oído y eso hace que mi piel se erice más, que las sensaciones se multipliquen y que el orgasmo se acelere. Él empuja con fuerza una y otra vez y en unos segundos mi cuerpo empieza a convulsionarse presa del orgasmo. Cuando termino, y sólo unos segundos después se corre él llenándome con su leche caliente. Me abraza con fuerza y yo me siento feliz.
Él se aparta y se acuesta a mi lado. Le miro, él me mira y me susurra suavemente:
Te quiero, princesita.
Yo también te quiero.
Descansamos un rato tras el cual nos vestimos para ir a desayunar.
Después del desayuno salimos a pasear. Damos una vuelta por el centro y después de una buena caminata decidimos descansar en una plaza llena de arboles donde hay unos cuantos bancos. Yo me siento sobre sus piernas y empezamos a besarnos. Sus manos recorren mi espalda, mientras mis brazos le rodean. Siento su sexo creciendo bajo mi cuerpo y me restriego contra él.
¡No seas mala! – Protesta.
Sabes que no puedo evitarlo. – Le susurro en el oído.
Lo sé, pero estamos en un lugar público.
Miro a mi alrededor, y veo una tienda de ropa. Se me ocurre una idea. Me levanto y cogiéndolo de la mano le digo:
Ven.
Me sigue sorprendido, preguntándose que estaré tramando. Entramos en la tienda y al pasar junto a un colgador de ropa cojo una prenda y sin vacilar me encamino hacía el vestuario seguida de él. Le miro, me sonríe, sé que sabe lo que estoy planeando. Nos metemos en el vestidor, dejó la prenda que he cogido colgada y él se sienta en el único taburete que hay en el pequeño cubículo. Me siento sobre él y empezamos a besarnos.
De nuevo muevo mi sexo sobre el suyo, que en pocos minutos vuelve a estar erecto, noto como crece entre su cuerpo y el mío. Sus manos recorren mi espalda y me subo la falda hasta la pelvis para estar más cómoda. Siento como sus manos aprietan mi culo. Y entonces el deseo crece más en mí. Hacerlo en un lugar público me pone a mil y sé que a él también. Deslizo mis manos hacía su entrepierna y le bajo la cremallera del pantalón. Busco bajo el slip su aparato, mientras sus dedos se han adentrado ya entre mis braguitas y buscan mi sexo. Me estremezco al sentir como acaricia mis labios vaginales y como resigue el camino hacía mi clítoris. Entretanto he logrado sacar su pene del refugio y lo masajeo suavemente arriba y abajo sin dejar de besar su boca.
Cada vez le deseo más y sé que él a mi también. Mi sexo está cada vez más húmedo y el suyo cada vez más hinchado, por eso le miro a los ojos y le suplico con la mirada que me haga suya. No sé hace esperar, dirige su pene hacía mi vagina y desciendo sobre él. Le abrazo, pego mi cuerpo al suyo y empiezo a moverme. Poco a poco nuestros movimientos se van acompasando. Sus manos acarician mis nalgas mientras subo y bajo sintiendo como su sexo me llena. Suspiro, gimo de placer. Mi boca busca la suya y nos besamos profundamente. Dejo que el placer recorra todos los rincones de mi cuerpo, mientras el fuego de la pasión arde entre nosotros. Desearía estar siempre así, sentirle siempre dentro de mí, pero no puedo. Debo acelerar mis movimientos, dejar que el placer nos venza o en unos minutos alguna de las dependientas vendrá a sacarnos de aquí. Cabalgo cada vez más rápidamente y también él empuja hacía mí. Siento como su verga se hincha dentro de mí, sé que de un momento a otro se va a correr. Acelero más mi movimientos y siento el placer explotando entre mis piernas. Sigo empujando, haciendo que mi vagina estruje su sexo y en pocos segundos también él se corre.
Eres increíble, princesita. – Me dice abrazándome con fuerza. Y es en ese momento cuando más deseo no despegarme de él.
Nos arreglamos la ropa y salimos de allí, sonriendo y felices.
Es casi la hora de comer así que buscamos un restaurante. Comemos y tras la comida decidimos volver al hotel ya que hace mucho calor para seguir paseando por la calle. Todavía nos quedan unas 24 horas por delante de este segundo encuentro...
Erotikakarenc
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4 comentarios
disgresor -
Erotikakarenc -
kitarosem -
kitarosem -
quien fuera él.
Hoy perteneces al circulo magico.