UN DIA CUALQUIERA.
Pi, pi, pi... el despertador suena, es la hora de levantarse. Lo apago y a la vez siento como Candela se gira hacía mí, apoya su cabeza en mi hombro y me susurra:
Buenos días. – Mientras su mano se cuela por el agujero de la bragueta del pantalón del pijama y empieza a acariciar mi sexo.
Candela, que ahora no tengo tiempo de eso. – Protesto.
¿Cómo que no? ¡Venga, uno rapidito! – Dice subiéndose sobre mí.
Es por esas cosas que me casé con ella, siempre es capaz de sorprenderme.
Pega su cuerpo semidesnudo al mío y su sexo descubierto roza el mío que poco a poco va despertando. No tengo más opción que ceder, a fin de cuentas, me excita tenerla sobre mí con la camisa de dormir por la cintura y su sexo bailando sobre el mío.
La beso, me besa, y mis manos se pierden sobre las curvas de su cintura, hasta llegar a sus nalgas. Las aprieto con fuerza mientras nuestras lenguas pelean dentro de nuestras bocas. Cuando el beso finaliza, Candela se pierde debajo de las sábanas, llega hasta mi cintura y me baja el pantalón del pijama. Mi sexo salta como si tuviera un resorte, pero ella lo atrapa con la boca y empieza a lamerlo. Siento su boca húmeda y caliente alrededor de mi verga y empiezo a sentir el placer que esas caricias bucales me proporcionan. Candela es una experta haciendo eso. Puesto que no tenemos mucho tiempo, vuelve a la posición inicial poniéndose sobre mí, guía mi erecto pene hacía su húmeda vulva y se la introduce con suma facilidad. Suspiro al sentir las calientes paredes de su vagina alrededor de mi verga, ella también suspira y empieza a cabalgarme, primero despacio y después aumentando el ritmo poco a poco. Gimo, gime, nuestros cuerpos se acoplan, se sienten. Ella se mueve sobre mí, cada vez más velozmente, me voy a correr de un momento a otro, siento como mi verga se hincha anunciando el final, también ella está a punto de llegar. Grita cada vez más fuerte y a la par que su cuerpo se convulsiona siento como las paredes de su vagina estrujan mi pene, que explota por fin, llenando su interior con mi leche. Ambos dejamos de estremecernos y Candela se aparta a un lado diciendo:
Ya puedes irte. – Y me sonríe con picardía, sin duda este no será el único polvo de hoy entre nosotros, lo intuyo por la cara que pone.
Me ducho rápidamente y me visto con la misma celeridad, mientras ella sigue en la cama desperezándose.
Llego a la oficina con el tiempo justo, seguro que la reunión ya ha empezado. Me dirijo a mi mesa y cojo los papeles del proyecto. Y corriendo me dirijo a la sala de reuniones. Gracias a Dios aún no ha empezado. Me siento junto a Pablo y sonriendo me dice:
¿Qué, tu mujer te ha atado a la cama?
Pablo y yo somos amigos desde que empezamos a trabajar en la empresa, bueno, en realidad somos algo más que amigos, salimos juntos, vamos juntos de vacaciones, y Candela y Paloma, su mujer, son muy buenas amigas.
Casi, casi. – Le respondo – Pensé que no llegaba a tiempo a la reunión.
Pues has llegado justo a tiempo.
La reunión transcurre con tranquilidad, aunque aburrida, como siempre.
Una hora más tarde, por fin ha terminado la reunión, así que Pablo y yo salimos de la sala y entonces la veo, sentada en su mesa, como cada mañana. Con su precioso pelo rubio recogido en un moño y sus azules ojos fijos en la pantalla del ordenador. Pasamos justo por al lado de su mesa y me mira sonriendo. Es preciosa, la criatura más hermosa que jamás haya visto. Trató de disimular que me he fijado en la sugerente blusa que lleva medio desabrochada, dejando entrever el canalillo de sus sugerentes senos. Esa es la señal secreta que ambos tenemos para que yo sepa que hoy tiene ganas de guerra.
Me siento en mi mesa y abro el messenger, ella está conectada así que le envío un mensaje: "Buenos días, preciosa ¿cómo va? ¿Tienes ganas hoy?.
Ella me contesta inmediatamente: "Ya sabes que yo siempre tengo ganas, así que hoy no iba a ser una excepción". "Esta bien, ya sabes donde tienes que esperarme, iré dentro de cinco minutos." Le respondo. Cierro el messenger y la observo, me mira con cara de picardía y deseo, sonríe felizmente. Se levanta de su mesa y mientras se acerca y pasa junto a la mía, observo sus preciosas piernas, largas y turgentes, enfundadas en unas suaves y finas medias. La veo desaparecer por la puerta que da al pasillo y espero unos minutos, tras los cuales me levanto de mi mesa y me dirijo a la puerta por la que ha desaparecido ella. Recorro el desierto pasillo hasta la tercera puerta de la izquierda. Leo el letrero por enésima vez: "Privado", tan privado que sólo entramos ella y yo cuando nos apetece echar un polvo. Doy un par de golpes con los nudillos y su dulce voz me dice: "Entra". Y lo hago.
Tardo unos segundos en acostumbrarme a la oscuridad y poder distinguir donde esta ella. De pie junto a las escobas, me mira con sus azules ojos. Nos fundimos en un tierno abrazo y mis manos recorren su cuerpo de arriba abajo y de abajo arriba. Mi sexo se pega al suyo teniendo como única barrera la ropa que enseguida empezamos a desabrochar. Ella acerca su boca a mi oído y me susurra:
Hoy no me he puesto braguitas.
Sabe que eso me vuelve loco, por eso lo hace; me conoce tan bien. Con mis manos le subo la falda hasta la cintura, acaricio sus nalgas desnudas y las amaso, luego llevo mis dedos hasta su sexo. La arrastro hasta la pared que tenemos detrás y empiezo a besarla apasionadamente. Subo con mis manos hasta sus senos y los manoseo, le desabrocho la blusa y los observo. Son tan hermosos, blancos como la leche, pequeños y erectos, suaves, y con un pezón pequeño que los corona, me encanta perderme en ellos, chuparlos y lamerlos recordando viejos tiempos de infancia ya pasados. Ella gime cuando le muerdo uno y luego el otro, suspira y acaricia mi espalda con sus manos, pegando su pelvis a la mía. Me desea, lo sé, desea tenerme dentro de ella, lo sé porque ronronea, siempre ronronea cuando me desea. Así que me agacho, la cojo por debajo de las rodillas abriéndole las piernas y la aúpo, ella me abraza por el cuello. Guió mi verga hacía su abierto agujero y ella la guía hacía su interior. Y empezamos el baile del deseo, la batalla de su cuerpo contra el mío por alcanzar el placer supremo. Nuestros cuerpos se acompasan, siento su sexo caliente alrededor del mío, siento su acogedora humedad en mí y sus ojos se cruzan con los míos. Es tan hermosa que podría perderme en sus ojos azules que ahora brillan anunciando la pasión que arde en su interior. Empieza a gemir, al igual que yo. Gemimos ambos, tratando de no hacerlo muy fuerte, para que nadie nos oiga. Acerco mis labios a los suyos y un beso explota entre ambos, empujo contra ella, una vez, otra, y otra, cada vez más fuerte, deseo poseerla para siempre, que sea para siempre mía. Su cara demuestra la satisfacción, el placer que va creciendo entre sus piernas, me araña la espalda y sigue gimiendo.
Vamos campeón – Me anima y empiezo a sentir como mi sexo se hincha y como el caliente líquido seminal empieza a salir.
Uno, dos, tres chorros inundan la vagina femenina justo en el mismo instante, que ella se convulsiona, grita y me abraza con fuerza sintiendo el placer supremo dentro de su sexo.
Cuando deja de estremecerse, la suelto, dejo que pose sus pies sobre el suelo. Nos besamos de nuevo y al separarnos le susurró al oído:
Me vas a dejar seco, Candela.
Ya sabes que si queremos tener un niño hay que aprovechar cualquier momento. – Añade ella mirándome con picardía. – Sobre todo los días fértiles.
Sin duda esta mujer me tiene en el bote, y volvería a casarme con ella sin dudarlo.
Erotikakarenc.
2 comentarios
HELIOS -
Me ha gustado mucho, algo viciosillo .. mmmmmmmmmmm
HELIOS
sirena -