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EROTIKA. RELATOS Y PENSAMIENTOS

Amantes (3)

Amantes (3)

(Una fantasía compartida y hecha realidad)

Son las nueve de la noche, y no sé si bajar a la zona de Spa del hotel ha sido una buena idea, no hay casi nadie, sólo un par de tíos y poco más. ¡Vaya panorama!, yo que pensaba que quizá podría ver a alguna chica guapa con albornoz. No sé por qué pero eso es como un fetiche para mí, me excita un montón ver a una chica en albornoz e imaginar que debajo no lleva nada.

Salgo de la ducha y miro el reloj, son las nueve y veinticinco. Aún me queda un rato para poder bajar a la zona de Spa, así que me pongo el bañador, las zapatillas y el albornoz y bajo hasta la planta baja.

De repente ella entra en la piscina, a sus treinta y cuatro años está preciosa, con un albornoz blanco. Entra moviendo sus caderas, sabiendo que los tres la estamos mirando. Se contonea como si fuera un pavo real exhibiéndose ante sus hembras. Se detiene junto a una tumbona, y muy delicadamente se quita el albornoz: Desabrocha el cinturón, abre el albornoz y deja entrever su sinuoso cuerpo. Imagino que bajo la ropa va desnuda y me excito.

Sé que me están mirando, por eso me quito al albornoz con sensualidad, tratando de acaparar sus miradas, sobre todo la de él que esta frente a mí a unos diez metros. Le miro, mojo mi labio superior repasándolo con la lengua suavemente y luego el inferior. Dejo el albornoz sobre la tumbona y con la misma parsimonia me acerco hasta el jacuzzi sin dejar de mirarle directamente a los ojos. Me arreglo el pelo, paso mis manos para peinármelo, empiezo a llevarlo algo largo y no quiero mojármelo, así que cojo la goma que llevo en la muñeca y me hago una diminuta coleta. Lo hago sin dejar de observarle.

No puedo creérmelo. Me está mirando, esa hermosa mujer, me está mirando directamente a los ojos, mientras se acerca a mí y se introduce en el jacuzzi. Me ha puesto a mil con ese gesto de peinarse. Mi corazón va a cien por hora, trato de desviar mi mirada de esos intensos ojos azules, pero no puedo. Ya está dentro del jacuzzi, se sienta a mi lado y sigue mirándome.

Le miro directamente a los ojos durante unos segundos, me acerco a él y paso mi brazo por detrás de sus hombros si dejar de mirarle. Acerco mi boca a la suya y le beso introduciendo mi lengua, buscando su lengua y repasando sus dientes. Nos separamos y mientras me siento sobre sus piernas me dice:

- Que bien te sienta el albornoz, princesita.

Gracias - Me responde ella. Sus ojos azules brillan como nunca. Los chicos que había en la piscina salen y nos dejan a solas.

Hemos planeado este fin de semana al dedillo y nada se nos va a escapar. Hoy nuestras fantasías se harán realidad.

Vuelve a besarme y pega su pecho al mío. Me encanta sentir sus pezones presionando mi pecho. Acaricio su espalda y bajo mis manos suavemente hacía sus nalgas.

Siento como las aprieta y lo abrazo. Pego mi cuerpo al suyo y siento como su sexo crece bajo el mío. Me muevo sobre él para rozarlo y excitarlo. Sus manos aprietan mis nalgas cada vez más fuerte. Siento como desliza su mano hasta mi sexo, introduce un dedo por la goma del bañador y busca mi clítoris. Lo masajea suavemente, mientras siento como el agua del jacuzzi acaricia mi piel. Deslizo mis manos hasta su sexo, y lo acaricio por encima de la tela del bañador, luego las introduzco dentro y saco el miembro erecto y altivo. Lo acaricio con suavidad, moviendo mi mano arriba y abajo, mientras él sigue moviendo su dedo, marcando círculos sobre mi clítoris y masajeando mis labios vaginales. Deseo sentirle dentro de mí así que aparto la tela del bañador y acerco su sexo al mío, con su ayuda me lo introduzco. Siento como el capullo entra, desciendo un poco más, hasta que por fin, todo su sexo se entierra en el mío. Empiezo a moverme arriba y abajo, sintiendo como su pene me posee, mientras él, aparta la tela del bañador y acaricia mis senos, los soba, los aprieta, los besa y los chupa, llevándome hasta el más delicioso placer. Sabes como excitarme y sabe que mi fantasía se está haciendo realidad: hacer el amor dentro del agua. Nos miramos;, en sus ojos veo chispas de amor, deseo, cariño. Y siento el fuego de nuestra pasión quemándonos. Me aprieto contra él, le abrazo y entierro su cara entre mis pechos. Aceleró mis movimientos y le cabalgo como un caballo desbocado, sintiendo como entra y sale de mí, como su polla se desliza por las húmedas paredes de mi vagina. Estoy a punto de correrme, siento ese inconfundible cosquilleo que me lo avisa y empujo más fuerte para sentirle más dentro de mí, mientras él aguanta. Masajea mis nalgas y las aprieta con fuerza. Empiezo a convulsionarme sintiendo el máximo placer llenándome y cuando por fin me detengo, él me abraza y me susurra al oído:

- ¿Por qué no subimos a la habitación antes de que nos echen de aquí? Además, quiero verte con ese albornoz otra vez.

- Vale. - Acepto.

Ahora le toca a él hacer realidad su fantasía. Así que tras arreglarnos y ponernos bien los bañadores, salimos del agua.

Nos ponemos el albornoz y subimos a la habitación. Ella va delante y veo como a cada paso que dá mueve sus caderas sensualmente. Lo hace para excitarme, lo sé, porque ella es así, le encanta ponerme a cien, provocarme de esa manera que sólo ella sabe. Y lo hace tan bien, es tan hermosa y sensual.

Llegamos a la habitación y tras entrar ya no resisto más y la beso apretándola contra mí. La abrazo y le susurro al oído:

- Anda, hazme un favor y quítate lo que llevas debajo del albornoz.

Se dirige al lavabo, mientras yo me quito el albornoz y el bañador mojado. Mi sexo aparece erecto y excitado, pero es que es algo inevitable, sólo con pensar en ella, en su dulce voz, en sus gemidos, en sus senos danzando frente a mi cara hace sólo unos minutos, me pongo como una moto. Además, trato de imaginar su cuerpo desnudo bajo el albornoz y aún me excito más. Ella sale del baño con el albornoz anudado en la cintura, dejando entrever su escote, el nacimiento de sus senos, está preciosa y muy deseable. Se acerca a mí, moviéndose sensualmente, sin quitar sus ojos de mí. La observo de arriba abajo. Se arrodilla ante mí, mirando mi sexo con deseo, lo envuelve entre sus manos y como sin querer me muestra su escote. Mi excitación aumenta. Ella acaricia mi sexo suavemente, luego acerca su boca y lame el glande, trato de ver algo más dentro de ese sensual escote que me estremece con sólo mirarlo. Ella chupa, saborea y se deleita mamando mi verga. Me excita con cada lengüetazo y me hace estremecer. Estoy en el cielo sintiendo su boca caliente alrededor de mi verga, a la vez que trato de adivinar algún retazo más de su piel desnuda debajo de ese albornoz. Ya no aguanto más y le pido:

- Ven aquí.

Se pone en pie, se sienta sobre mis piernas y le desabrocho el cinturón del albornoz. Poco a poco lo aparto para ver su cuerpo desnudo. Acaricio su piel, su vientre, ascendiendo hasta sus senos desnudos. Mi sexo vibra entre mis piernas. Nos besamos y ella sitúa su sexo sobre el mío, que pega un respingo al sentir ese calor de sexo excitado. La deseo como nada, como a nadie y por eso la abrazo con fuerza. Me deleito acariciando sus senos suaves, tersos. Los aprieto suavemente. Nos besamos. Ella busca mi pene, lo lleva hasta su húmeda vulva y se lo introduce suavemente. Luego me acuesto sobre la cama y ella se queda apoyada sobre sus brazos, dejándome observar la belleza de su desnudo envuelto por el albornoz. Estoy a mil y empujo contra ella, la penetro. Quiero que me sienta y me disfrute como yo la disfruto a ella. Ella también empieza a moverse, me observa y me cabalga de nuevo como lo ha hecho antes en el jacuzzi. Luego pega su cuerpo al mío y yo me excito aún más. Sentir sus senos, sus pezones, pegados a mi pecho, me enerva. La sujeto fuertemente por la cintura y empujo. Ella gime con ese inconfundible sonido de excitación, suspira y me pide más. Vuelvo a empujar otra vez y luego otra, y cada vez más fuerte y más rápido. Ella gime cada vez con más intensidad y yo me excito escuchándola, sintiéndola, teniéndola. La martilleo con mi sexo, sé que está a punto de correrse, su vagina estruja mi sexo con fuerza y siento que yo también me voy a correr, mi sexo se hincha. Ella gime llegando a la cumbre del éxtasis pero sigue cabalgándome, abrazándome con fuerza hasta que yo también alcanzo el éxtasis final vaciándome en ella. Nos abrazamos con fuerza, la beso en el cuello y se estremece.

- Gracias Princesita. - Le susurro al oído. - Ha sido genial.

- Para mí también lo ha sido, mi sol.

Ella se quita el albornoz, ya que le da calor. Nos quedamos tumbados sobre la cama, abrazados el uno al otro hasta que el sueño nos vence.

Los primeros rayos de sol penetran por las rendijas de la persiana y se reflejan sobre su cuerpo desnudo, destacando su hermosura. Me parece increíble que ella esté acostada a mi lado, desnuda, en esta cama. La contemplo, está tumbada de lado hacía mí, sus pechos ligeramente caídos a un lado. Y sus caderas tan bien definidas saliendo juguetonas por las sábanas. Acaricio su pelo, enredo mi dedo en uno de sus rizos, luego lo suelto y dibujo su silueta hasta llegar a la cadera. Ella se remueve, sonríe, se despierta, abre los ojos. Acerco mi boca a su oído y le susurro:

- Eres mi sueño, la mujer que siempre había deseado, no me creo que esto me esté sucediendo.

Sonríe más abiertamente:

- Pues soy real, estoy aquí y no estás soñando. - Le susurro al oído, pegando mi cuerpo al suyo - ¿Ves?

Nos besamos apasionadamente, rozando nuestros cuerpos el uno contra el otro, sintiéndonos.

Su mano baja hasta mi nalga y la aprieta, mientras yo le abrazo contra mí. Luego, llevo mi mano hasta su sexo despierto y lo masajeo suavemente. Mientras su mano se pierde en mi sexo. Beso sus labios, luego lo hago tumbar bocaarriba, me sitúo entre sus piernas, sujeto su miembro con la mano y acercando mis labios al glande empiezo a chuparlo.

La observo, sus ojos me miran con picardía, mientras su boca chupa y lame mi pene. Siento sus labios calientes, su lengua húmeda, alrededor de mi verga y me excita más. Su mano amasa mi verga cuidadosamente y de vez en cuando la mueve hasta mis huevos y los masajea. Pero lo que más me excita es ese gesto que hace, sacando la verga de su boca con suavidad mientras chupa el glande. Luego lame el tronco, desciende hasta mis huevos y los chupetea, primero uno y luego otro. Asciende por el tronco, arrastrando la lengua por él, mientras sus ojos se clavan en los míos. Sigue chupando el glande durante un rato. Su cabeza sube y baja sobre mi pene y la humedad y el calor de su boca envolven mi glande, haciéndome estremecer y gemir sin remedio. Levanto mi cabeza hacía ella y veo como se acaricia el sexo y tiro de ella para que se coloque sobre mí.

Vuelvo a su boca y le beso, mientras acaricio su sexo con el mío. Le abrazo con fuerza y él también me abraza. Acaricia mi espalda y mi culo suavemente, luego introduce sus dedos entre los pliegues de mi sexo, masajeándolos y haciéndome estremecer de placer. Seguidamente besa mi cuello, lo muerde y lame. Mi piel se eriza por completo, me conoce bien y sabe que eso me excita hasta el límite. Desciende hasta mis senos y se entretiene besándolos, chupándolos y amasándolos durante unos segundos. Siento como mi sexo se humedece cada vez más, como un agradable cosquilleo se apodera de él haciendo que mi deseo aumente poco a poco. Siento su lengua lamiendo mi piel, pasando por encima de mis pulmones y descendiendo por mi vientre, hasta alcanzar mi clítoris. Empiezo a lamerlo y chupetearlo, mientras con sus dedos hurga en mis pliegues vaginales. Uno de sus dedos se introduce en mí y un gemido de placer escapa de mi garganta. Luego siento su lengua adentrándose también en mí, no puedo contenerme y mi cuerpo vibra sin descanso. Mis gemidos se hacen cada vez más intensos, envolviendo el aire de la habitación.

Sus gemidos evidencian que desea más, además, sus jugos llenan mi boca de su sabor. Decido ponerme sobre ella, acerco mi sexo al suyo y suavemente la penetro. Enseguida me abraza con sus piernas, haciendo que la penetración se haga más profunda. Nos besamos larga e intensamente, y empiezo a moverme despacio, haciendo que mi sexo entre y salga de ese caliente túnel. La miro a los ojos, su cara de deseo, sus ojos ardiendo, me parece increíble tenerla entre mis brazos, que sea mía, aunque sólo sea por esta noche. Sigo empujando lentamente, quiero que el placer dure eternamente. Ambos gemimos de placer. Pero repentinamente, recuerdo cual es su postura favorita para hacerlo y sacando mi miembro de ella le pido:

Date la vuelta y ponte en cuatro.

Me mira sonriendo pícaramente y adivinando lo que pretendo, y me obedece. Me sitúo tras ella, acaricio su culo suavemente y guío mi verga hasta su húmedo sexo. Suavemente la penetro.

Siento como me penetra y luego empieza a moverse despacio. Nos incorporamos, quedándonos arrodillados y veo mi cuerpo desnudo en el espejo y a él detrás de mí, con su boca en mi oído y sus manos acariciando mis senos. Esta posición me excita hasta límites insospechados y él lo sabe. Deslizo una de sus manos hasta mi clítoris y empiezo a acariciarlo, aumentando el placer. Siento que no tardaré en correrme si él sigue empujando de así, suspirando y gimiendo en mi oído y acariciando mi sexo. Mis gemidos se hacen más intensos y él acelera sus movimientos. Hasta que empiezo a sentir como el orgasmo explota en mi sexo. Mi cuerpo se estremece y él empuja con más fuerza, siento como su sexo se hincha dentro de mí y segundos más tarde se corre también.

Siento que es maravilloso sentir su cuerpo pegado al mío en el momento cumbre y abrazarla contra mí mientras ambos gemimos de placer. Luego nos tumbamos sobre la cama. Vuelvo a abrazarla con todas mis fuerzas, aspirando su aroma, sintiendo su piel pegada a la mía. Cierro los ojos y me duermo.

Cuando despierto la veo saliendo del baño con el pelo mojado y el albornoz puesto, acaba de ducharse e irremediablemente mi sexo se pone en pie de guerra imaginando su cuerpo desnudo bajo el albornoz.

 

Erotikakarenc (del grupo de autores de TR y autora TR de TR).

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1 comentario

Rinaldo -

Esa es una fantasía tremendamente real, tan real como si yo mismo la hubiera vivido. Creo que le has dado una vuelta de tuerca al sueño y a la fantasía para convertir el fetichismo en un placer absoluto en un albornoz abierto de la forma más erótica posible.